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El País ¿La prensa de Don Corleone?

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Casi nadie duda que Pablo Iglesias es un político populista, vanidoso, arrogante y narcisista.

Ese es su propio autorretrato de la vanidad. Su forma de ser, su carácter, a veces indolente y presumido, se han vuelto en contra del Príncipe Pablo, aprendiz de Maquiavelo. El líder de Podemos es un verdadero calvario para una parte de la sociedad española y para otra parte del propio Gobierno del PSOE. Llámense barones o baronesas socialistas. Hasta los sectores más progresistas de la sociedad española están desencantados con el narcisismo de Iglesias tras haber comprobado con hechos que el líder comunista de Podemos es un ambicioso escalador del poder sin límites. Su soberbia, podría acabar siendo su gran tragedia política.
En su editorial de ‘El País’ de este pasado jueves, 21/05/2020, el Grupo PRISA (Promotora de Informaciones, SA), ha exigido al secretario general del PSOE y presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, que rompa su coalición de gobierno con Unidas Podemos -“una coalición que es una mera yuxtaposición de partidos mal avenidos”, -según el editorial de ‘El País’, pactada por ambas fuerzas tras las elecciones generales del pasado 10 de noviembre de 2019.  El editorial es contundente: “un Ejecutivo de coalición no puede ser el cuadrilátero político donde dirimir mediante golpes de efecto las disputas entre socios”.
‘El País’ ataca con golpes directos a la mandíbula del presidente y le advierte tajante: “de no romper la coalición con urgencia, será el propio presidente Sánchez el que se arriesgue a perder toda cobertura, llevando al país a una vía muerta institucional. La tentación de llevar al Gobierno por este camino podría colocar a la totalidad del país ante una fractura política y social inmanejable”, le advierte el Grupo PRISA.
El editorial de ‘El País’ es una envenenada “invitación” a Pedro Sánchez para que rompa con Unidas Podemos echándole encima el poder mediático del Grupo PRISA. Más que una “sugerencia”, yo la interpreto como una amenaza corleoniana en toda regla.
Este tipo de desafío, provocación y ultimátum a un presidente de un Gobierno desde algunos medios de comunicación, no es nuevo en este país. Esas prácticas mafiosas ya se ejercían  desde la transición política  española tras la muerte de Franco con una persecución mafiosa y criminal contra el presidente democrático, Adolfo Suárez. Y siguen practicándose en la actualidad donde ciertos periódicos, emisoras de radio y cadenas de televisión, parece que se han olvidado que vivimos en un Estado Democrático y de Derecho.
Los ataques teledirigidos desde plataformas informativas -como ya lo hizo hace años el periodista Pedro J. Ramírez a través  del periódico ‘El Mundo’ exigiendo la dimisión de Felipe González, la renuncia por las buenas o por las malas de José Luis Rodríguez Zapatero o el intento de acoso a Mariano Rajoy-, forman parte de las maniobras conspiratorias de una prensa corleoniana que, supuestamente, da la sensación que lleva el sello o la marca de la Cosa Nostra. Me llegaron a contar algunos de sus redactores y amigos, que Pedro J. Ramírez, se jactaba en privado, partiéndose de la risa, de “quitar y poner ministros, subsecretarios y directores generales a su antojo y a su manera”...
Hoy, en medio de esta tormenta política que padece España, afectada, como también lo están todos los países del mundo por una pandemia mortal como el CoronaVirus; y ante una nueva crisis económica mundial, reaparece en algunos medios periodísticos la figura de Vito Corleone ejerciendo el oscuro y sucio trabajo de “El Capo di tutti capi”, el más poderoso jefe de la banda. Con lo que se pone de manifiesto que, en ciertos medios, el periodismo fascista también es un virus. 
¿Qué hay detrás de tanto ruido? Esto me huele a una conjura de los nazis integrada por los poderes fácticos más ultras y por las grandes oligarquías económicas y financieras más radicales dispuestas a destruir al Gobierno y a debilitar las estructuras democráticas para intentar la desaparición del Estado y volver a la España fratricida del odio entre los españoles. 
Se trataría de dar un “golpe de timón” para forzar a Sánchez a echar al vicepresidente Pablo Iglesias, provocar una crisis de Gobierno y celebrar nuevas elecciones generales.
Como no podía ser de otra manera, en la “Operación Prisa”, presuntamente, estarían unidos y bien unidos matones de barrio como el nazi y líder de VOX, el ultraderechista Santiago Abascal; más la alargada sombra criminal del expresidente del Gobierno español, el fascista José María Aznar (teledirigiendo como si fuera un guiñol) al presidente del Partido Popular, Pablo Casado. Un político joven que vive extraviado en otro planeta sin haber podido fraguar un proyecto político de una derecha centrista y moderna con visión de futuro. Casado es tan torpe que se ha contagiado de las estrategias nazis de Abascal al que, incluso, llega a imitar viajando juntos al Edén de Franco (involución) y al reencuentro con aquella España en blanco y negro. Es decir, la España del terror y del miedo del franquismo más horrible  y asesino.
Estamos, pues, ante una presunta  “declaración de guerra” de un Grupo de Comunicación que amenaza deliberadamente con supuestas artes mafiosas a un Gobierno democrático, como si en España existiera un republicanismo bananero bajo el mando de un dictator como lo fue Anastasio (Tacho) Somoza en Nicaragua, y como lo es en la actualidad Nicolás Maduro en Venezuela.
Ante tal preocupante amenaza, todo el periodismo español, todos los medios y todos los periodistas, debemos cerrar filas y ponernos al servicio de la democracia y de la defensa de los derechos fundamentales consagrados en nuestra Constitución española. No se trata de salir en defensa del Gobierno. Ni mucho menos. Se trata de defender la independencia de los medios informativos y de su derecho a informar y a opinar libremente sin miedo.
Hay que dejar bien claro que, una  cosa es ejercer ese libre ejercicio de libertad, y otra muy distinta es erigirse en juez inquisidor y represor como así lo intenta el periódico ‘El País’ en su editorial metiéndonos miedo y poniéndose a las órdenes de sus nuevos amos políticos y asociaciones empresariales o “patronales”.
Lo que dice el editorial no lo dicen ni lo suscriben sus trabajadores y magníficos profesionales a los que hay que apoyar. Estoy convencido que los trabajadores de ‘El País’ no están de acuerdo con el espíritu del citado editorial. Se trata de excelentes periodistas que son víctimas de las decisiones que toman sus “jefes” poniendo contra las cuerdas su futuro laboral. Sin evitar, por otra parte, la deriva hacia la desaparición de un periódico libre e independiente como lo era ‘El País’ en sus largos años de esplendor periodístico al servicio de las libertades.
¿Quién manda de verdad en España? ¿Quién manda en la trastienda del Poder Ejecutivo para que se haya impulsado y avivado desde un medio informativo un ultimátum al presidente de un Gobierno democrático para que tumbe a su propio vicepresidente y socio de coalición?
¿Con qué potentes apoyos económicos y políticos internos y externos cuenta el Grupo PRISA para intentar poner de rodillas al Presidente Constitucional Pedro Sánchez?
¿Qué intentona de "golpe civil mediático" se está fraguando para que un medio de comunicación -que fue referente mundial de un periódico progresista y de un periodismo universal y sin fronteras-, trate de imponer con amenazas al más puro estilo "siciliano" qué Gobierno de coalición debe dirigir el rumbo de España y de nuestra democracia?
Yo sigo creyendo y defendiendo que, en un país democrático como lo es España, es en las urnas donde los españoles elegimos a nuestros representantes políticos. Y tienen que ser los parlamentarios los que, por mayoría, voten la investidura del presidente del Gobierno nacional. El autoritarismo mediático e inquisidor no tiene cabida en un Estado de Derecho. Y mucho menos lo podemos tolerar si éste viene impuesto o sugerido con guante de seda a través de un editorial de un periódico que pretende poner y quitar ministros, vicepresidentes y presidentes de Gobierno si no bailan al son del bailongo de sus editoriales.
En democracia es inaceptable -y no lo deberíamos de consentir-, que ni un solo medio de comunicación "militarice" su discurso convirtiendo sus editoriales en un “Bando Militar” como así lo hizo el ex general golpista, Jaime Miláns del Bosch, en la intentona golpista del 23-F de 1981 sacando los tanques por las calles de Valencia.
Todo esto es inoportuno, absurdo y nocivo para nuestro país que  necesita más que nunca calma y sosiego para afrontar una situación dramática en medio de una pandemia sanitaria letal en cuya batalla han muerto más de 30.000 ciudadanos. Esa guerra no ha terminado. El virus está vivo y sigue matando.
Por tanto, no es momento para más guerras ni para más convulsiones políticas que acaben en peligrosas rupturas provocando inestabilidad entre el Gobierno, sindicatos y empresarios. Podría ser la otra gran derrota de un país que vive al borde de una recepción económica inminente.
No podemos tolerar que una nueva inestabilidad gubernamental destroce los mercados y se lleve por delante a miles de empresarios y trabajadores. Por eso, el editorial de ‘El País’ es contraproducente, inadecuado, incendiario y regresivo.
El papel de la prensa no es meter miedo. La prensa tiene el derecho fundamental de informar y opinar. Y ese derecho constitucional es sagrado. La Libertad de expresión es intocable en un Estado de Derecho para que la democracia no viva a oscuras.
Los periódicos, el periodismo y los periodistas, estamos para defender las libertades y la democracia. Pero nunca para tumbar a un Gobierno elegido por un pueblo en las urnas.
Con sus virtudes y sus defectos como tenemos todos; con una desafortunada política informativa; con cascadas de incoherencias; con una inexistente autocrítica y falta de humildad política, y hasta con falta de transparencia, podrá gustar, decepcionar, desencantar y cabrear este Gobierno de coalición presidido por Pedro Sánchez. Pero, en el fragor de la terrible pandemia, yo creo que han intentado ser servidores de los ciudadanos.
Como tantos y tantos ciudadanos, debo confesar que no he encontrado altura política en un Gobierno que es débil, incoherente y vulnerable. Hasta el extremo de perder mi confianza en un Ejecutivo incapaz de transmitir serenidad, calma, sosiego y esperanza a un país que no soporta ni un día más ni la mentira ni la farsa que representa un Gobierno de coalición dividido y sin criterio.
Somos los ciudadanos los que, con nuestros votos ante las urnas, tenemos la responsabilidad de elegir a nuestros gobernantes para que defiendan los destinos y los intereses de España ante el mundo. Somos los españoles quienes tenemos ese derecho universal. No lo puede pretender hacer el periódico ‘El País’ a golpe de editoriales camorristas.
No podemos tolerar que, un medio de comunicación, apoyado por divisionistas, populistas, antisistemas, nazis, fascistas, poderes financieros y patronales sin escrúpulos con ansias de denigrar y pisotear los derechos de la clase obrera, le corten la yugular a un Gobierno democrático.
No podemos tolerar que, con la anuencia de una derecha trasnochada y cainita como lo es el Partido Popular; en connivencia con un partido nazi infectado de odio como es VOX, se conjuren intentonas golpistas para tumbar a un Gobierno legítimo dividiendo el país y fusilando el orden constitucional.
Los enemigos de la Constitución, son los enemigos de España.